Otra Vez 1984

Ropas grisáceas, obediencia ciega en un partido, delación, vigilancia total, control de información: No, no es el mundo distópico planteado en la novela 1984 (Orwell, 1949) sino lo que puede apreciarse en la película La vida de los otros; escrita y dirigida por Florian Henckel Von Donnersmark. No es mera casualidad esta semejanza, recordemos que Orwell nos planteaba una visión pesimista de como sería una sociedad regida por un socialismo extremo y la película está ambientada en una república socialista que llevó las cosas bastante al extremo, lo que a cualquiera lo pone bastante pesimista a su vez. Como siempre, las fronteras de realidad y ficción se hacen difusas, sobre todo si consideremos que el año en donde ocurren los hechos principales es precisamente el año de nuestro señor de 1984, claro que no en el mundo regido por el Gran Hermano, sino en la República Democrática Alemana regida por Erich Honnecker, autor entre otras cosas, del famosísimo Muro de Berlín.

El año pasado se cumplieron 30 años desde los hechos descritos en esta película que tiene lugar mientras en el otro lado del universo, ideológicamente hablando, un hombre llegaba volando con un jet-pack a su vez que una orquesta multicolor interpretaba la grandiosa fanfarria compuesta por John Williams para los juegos olímpicos de ese año en Los Ángeles, Estados Unidos. Mismos juegos que fueron boicoteados por la Unión Soviética, Bulgaria y por supuesto, la Alemania Democrática.  Mientras a un lado de la cortina de hierro, Falco nos invitaba a bailar con Der Komissar, en el otro lado la Historia era bastante distinta.

Pero Henckel Von Donnersmark no quiere contarnos la historia grande, esa que se escribe con mayúscula, sino la pequeña, la de la gente común. Al igual que los funcionarios de la Stasi en la RDA, se introduce en la vida íntima de sus personajes, sus grandes obras no son lo importante, sino las nimiedades del día a día. Lo que se nos muestra no es el trabajo de actriz de Christa o el de dramaturgo de Georg, de hecho no nos queda claro de que se tratan las obras que escribe, sino en como el entorno ha logrado deteriorar su relación al nivel que ella debe mantener relaciones con el ministro para evitar que a Georg lo pongan en la lista negra, que consuma grandes cantidades de calmantes y que su pareja sepa de ambas cosas y no pueda hacer mucho al respecto. Al igual que el director, el funcionario de la Stasi se involucra tanto en la vida de los personajes que comienza a sentir la responsabilidad de ayudarlos. Esto no es novedad; ¿O acaso los niños en una función de títeres no le indican a la princesa donde está el brujo malvado dando gritos: “Ahí, detrás tuyo”? O como aquel día cuando mi abuelo se paró en medio del cine Centenario de La Serena a increpar a Joanna (Meryl Streep) por tratar de quitarle la custodia de su hijo a Ted (Dustin Hoffman) durante la proyección de  “Kamer v/s Kramer” (Robert Benton, 1979). Cuando uno entra a una sala de cine, pues establece ese pacto de que lo que se nos presenta es realidad durante el tiempo que dura la proyección, para el personaje de Wiesler, el colocarse los audífonos y escuchar a Christa y Georg era entrar en una realidad, un nuevo mundo y cuando se es parte de un mundo hay que tratar de mejorarlo ¿O no?

Robert Bresson nos dice que “Crear no es deformar o inventar personas o cosas. Es establecer relaciones nuevas entre personas y cosas que existen y tal como existen”. Wiesler se toma en serio esta afirmación (aunque no sabemos si haya leído a Bresson o no) y decide intervenir para salvar la relación entre Christa y Georg asumiendo entonces el rol creador que nos propone el autor. Tras esta intervención ya no es posible mantener la relación Christa-Georg sin la presencia de Wiesler. Incluso visualmente Wiesler solo existe cuando está escuchando, está rodeado de oscuridad y nada más que él y sus aparatos se hacen visibles sobre un fondo oscuro. Las únicas expresiones faciales que demuestran rasgos de emoción en él también se presentan solo cuando está en medio de su misión de espía. Al terminar la vigilancia y retomar funciones en el partido, primero abriendo cartas y luego como cartero (sin duda un toque irónico) tampoco tiene grandes expresiones; su lenguaje corporal es frío e impersonal, casi como un autómata, aún en el momento en que descubre la dedicatoria en el libro para él.  En ese triángulo establecido en la trama de la película, son necesarias sus tres partes para poder existir; cada uno en su lugar y cumpliendo su rol, cuando uno de ellos sale de su lugar, toda la estructura interrelacional entre ellos se desmorona.

¿Y qué diablos tiene que ver Orwell acá? Pues que en su novela distópica también el estado interfiere en la relación amorosa de los protagonistas, con resultados un tanto disímiles pero con la misma conclusión: La intervención de agentes externos en las relaciones humanas termina por destruir dichas relaciones. Ahora si analizamos que es una distopía primero, podemos llegar a ciertas similitudes. Primero, una distopía parte de la construcción de un mundo ideal, de la realización de la utopía; El mundo feliz de Huxley, o la ciudad de cristales de Logan´s Run. O siendo más actuales, el lugar con las maquinitas tipo solarium que lo curan todo en Elysium. Todas estas utopías tienen algo en común; para su realización se pasaron a llevar las libertades de amplios grupos de personas lo que las convierte en distopías. Lo mismo ocurre en el mundo de 1984 y en la República Democrática Alemana, lamentablemente esta última no fue ficción… y tampoco fue el único caso, de hecho hay unos cuantos aún “operativos”, pero eso es materia para otro tipo de ensayos.

No se siente que sea casualidad el año en que está ambientada la película, ni tampoco la preeminencia de los tonos grises en la dirección de arte acercándolo más a la novela de Orwell que a la RDA real. Según un ex académico de la Universidad de Chile que estudió en ese país a fines de los años 70, el colorido predominante en las vestimentas de la RDA eran el marrón, el rojo y el azul oscuro, ya que se consideraba que esos colores mantenían la moral dentro de un rango que evitase la depresión y que no exaltase mucho los ánimos. De la misma forma comentaba que se reubicaba unilateralmente a las personas para que estuviesen a una distancia prudente de sus lugares de trabajo. Asimismo la arquitectura se  preocupaba de generar edificios de estrechos y mal iluminados pasillos para evitar el que la gente dialogara al toparse con sus vecinos al entrar o salir de sus casas. Sin entrar a demonizar ni abanderarse con una tendencia política específica, esos niveles de penetración en la intimidad de la ciudadanía parecen sacados de un relato de ciencia ficción…o de terror.

La Vida de los Otros, nos hace partícipes de la invasión a la privacidad en este tiempo y lugar específicos, redundando en lo que es el ejercicio cinematográfico mismo: invadir el tiempo y espacio de unos personajes dispuestos ante la cámara por los afanes de un “titiritero” (¿Gran Hermano?). Aquí la intromisión es triple, nosotros nos entrometemos en la puesta en escena de Henckel Von Donnersmark sobre la vida de Wiesler y él se entromete en la vida de Georg y Christa. Del mismo modo nos hace cómplices, no somos los niños viendo una función de títeres, así que no podemos advertir a la princesa cuando viene “el malo” pero nos apunta con un dedo invisible y nos indica que cuando veamos una injusticia o una inequidad, no podemos solo quedarnos sentados en la oscuridad escuchando sino que debemos tomar acción… el rol creador del que nos habló Bresson.

A la vez, se podría leer que el arte cinematográfico es una intromisión a la vida, los realizadores transforman la vida de los actores a su antojo, los convierten en títeres que llevan a cabo el rol que se les asigna y deben manifestar los estados de ánimo planteados por una entidad ajena a ellos: Sonreír, llorar, enojarse para el deleite de otros, probablemente personas que jamás conozcan, tal como Georg jamás conocerá a Wiesler. ¿Qué habrá vivido el director en su 1984? ¿En qué lado del muro estaba para ese año? Algo personal hay en esta historia porque sus protagonistas se llaman Georg y Christa María y el director y escritor se llama Florian María Georg Christian, al final nosotros los espectadores nos estamos inmiscuyendo en la vida del director. ¿O quizás él se haya metido en la nuestra?

Blibliografía

  • Henckel Von Donnersmark, F. (2006) Das Leben der Anderen/La Vida de los Otros. Wiedemann & Berg Filmproduktion. Alemania
  • G (2007). 1984. Millenium Ediciones.
  • Huxley, A. (2014). Un mundo feliz. Dream Letters.
  • Anderson, M. (1976). Logan´s run /Fuga en el siglo XXIV . MGM/UA. USA.
  • Blomkamp, N. (2013) Elysium. TriStar Pictures. USA/Sudáfrica
  • Bresson, R. (2005). Notas sobre o cinematógrafo. Editora Iluminuras Ltda.
  • Benton, R. (1979) Kramer vs. Kramer. Columbia Pictures. USA.

 

 


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