Lo malo de las modas cinematográficas es que lo que sigue es copiar el estilo hasta convertirlo en un asco. Cada vez que una película se destaca en un aspecto técnico/artístico con respecto a otras películas similares, convirtiéndose de ahí en adelante en un referente, pues inmediatamente es copiado, re-versionado, re-visitado, homenajeado, incluso vilmente plagiado… llegando a niveles de saturación indecibles. El “Pop Art” sabía de esto, por eso Warhol repetía el retrato de Marilyn Monroe cambiando el color levemente, porque sabía que repetir sin modificar la esencia era la destrucción del arte mismo.
En el cine esto ha ocurrido demasiadas veces, sobre todo si consideramos que hay una industria de por medio y que la gran mayoría de las veces lo que rige la creación cinematográfica son criterios de rentabilidad y producción y no los artísticos. Es por eso que tras grandes éxitos de crítica y de público aparecen los copiones.
Después de “The Matrix” todas los combates cuerpo a cuerpo se empezaron a hacer en cámara lenta y girando alrededor de los peleadores. No hay película de guerra después de “Saving Private Ryan” que no quisiera emular esa cadencia de imagen, la naturalidad de la cámara y esas trabajadas imperfecciones logradas por Janusz Kaminski. Pero no solo se copian los grandes logros, también los vicios. ¿Acaso a alguien de verdad le gusta ese montaje atroz que hacen las películas de Michael Bay, o se debe solo a repetir una fórmula que resultó exitosa financieramente?.
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No es que me esté contradiciendo, lo que pasa es que la gracia de esta humilde peliculita independiente de terror no radica en la temática, los efectos especiales o el uso y abuso de triquiñuelas de cámara. Esta película utiliza el mejor recurso posible para hacer una buena película, que es dirigirla bien. La fotografía logra recrear muy bien los espacios cotidianos en donde se desarrolla y además, la atmósfera de tensión que gira en torno a una trama sencilla pero bien sostenida en el uso del lenguaje audiovisual. Algo nos había dicho este año George Miller con “Mad Max Fury Road”, no basta con poner un gran espectáculo frente a al cámara, sino que hay saber donde diablos colocar la cámara. “It Follows” tiene poco que mostrar frente a la cámara, no hay explosiones ni presupuestos millonarios, incluso “el monstruo” de esta película no es un monstruo en realidad, porque se disfraza como gente común, así que lo que hay que hacer es asustar, sin nada…difícil ¿no creen? Pero lo logra muy bien.