Nos guste o no, Tarkovsky es un nombre ineludible para los cinéfilos. Para algunos suele ser un remedio para el insomnio debido a sus tomas eternas, mientras que para otros es uno de los más grandes artistas que nos ha entregado el Séptimo Arte, creador de una obra personal llena de pureza evocativa.
De sus películas, Stalker es mi preferida. No pretendo convencer a nadie de verla, ni seguirle la huella al director ruso, porque puedo entender que a muchos les pueda hastiar tan desconcertante lentitud, pero no abandonaré el elogio a su valentía, su cine es un pilar enorme que mantiene aún firme la belleza en el celuloide a pesar de la lluvia de explosiones y parafernalia vacía y sin sentido que bombardea al séptimo arte.
La historia trata de un lugar llamado simplemente La Zona, sector prohibido, cercado y custodiado por militares, donde nadie se atreve a entrar, aunque existe el mito que existe ahí una habitación donde se cumplen los deseos más íntimos de quienes entren en ella. Se supone que La Zona es un lugar con leyes propias, donde incluso se han perdido vidas, existen entonces los Stalker, una especie de guías que conocen este lugar y saben como transitar por él . Así la historia se ve muy interesante, pero Tarkovsky aprovecha esta trama para hablar finalmente de cosas muy humanas y termina siendo finalmente un film sobre la Fe (o sobre el escepticismo). Tres son los personajes principales, pues el Stalker guía a través de La Zona a un científico y a un escritor; es así como en unos cientosesenta minutos, escuchamos y a ratos palpamos, inquietantes diálogos de miedos y culpas, que no son otra cosa que el resumen de los miedos y culpas que cada uno de nosotros arrastra.
Este tipo de películas vuelve a cuestionarme cual es la razón por la cual veo cine, cada uno encontrará su respuesta, pero a mi me cuesta decidir si lo valorado se debe al razonamiento o al sentir, incluso pareciera que estuvieran invisiblemente unidos y por eso criticar a una película por lenta o por tener planos muy largos es una apreciación no sólo subjetiva, sino también egoísta. Tarkovsky nos obliga a Ver, a sentir una imagen, pensarla y volver a sentirla, es muy extraño explicarlo, el concepto más cercano debe ser Contemplar.
Para quienes vieron la película, estarán de acuerdo que podríamos gastar mucho tiempo y palabras dando simbolismos y filosofando de lo lindo, pero sólo quiero volver a mencionar el accionar de la fe, o la falta de fe, como el motivo central de la película, incluso en el acto de vivir; es interesante pensar que La Zona funciona como todo lugar extraño, desconocido y puro, pudiendo ser la Naturaleza, una Obra de Arte o la Conciencia; y es la religión, la ciencia y el arte, todas creaciones humanas, las que se enfrentan a este lugar tratando de amoldarlo según sus ideas. Lo que nos lleva a notar que todos andamos tras lo mismo: dar sentido, aunque sea a la fuerza, a algo que se nos hace incomprensible e inalcanzable, en una búsqueda sin fin, en posicionarnos con nuestra pequeña vida en esta curiosa humanidad que habita dentro de una caja negra.
Stalker es una gran película que necesita ser vista tanto como nosotros necesitamos la busqueda de la verdad.
Título: Stalker
Dirección: Andrei Tarkovsky
Guión: Tarkovsky con los hermanos Arcadi y Boris Strugatsky basados en su propia novela “The roadside Picnic”
Año: 1979
País: Rusia
Duración: 163 min.
Música: Eduard Artemyev y extractos del Bolero de Ravel y de la Novena Sinfonía de Beethoven.
“Debes hacer el bien a partir del mal ya que es lo único de que dispones”
– Robert Penn Warren –
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