Me tomó cerca de una semana recuperarme emocionalmente luego de ver Aftersun (Charlotte Wells, 2022), la joya indie de esta temporada de premios cinematográficos, quizás por la cercanía con un duelo personal, pero sin duda porque la película logra llevar al espectador a un viaje introspectivo utilizando al máximo los pocos recursos con que cuenta.
La historia es lo menos importante, una mujer recuerda las vacaciones que tuvo cuando comenzaba su adolescencia con su padre varios años atrás, eso es todo. No hay giros argumentales, no hay grandes revelaciones no hay un misterio que descubrir, la historia está subordinada a las emociones que nos provoca hurgar en la rutina de los personajes principales, Sophie y su padre Callum. Mediante la cotidianeidad de unas vacaciones en un resort familiar sin grandes lujos entre padre e hija vislumbramos retazos de la vida de ambos y vamos descubriendo que él es muy joven para ser padre de una adolescente, probablemente su hija nació cuando él tenía pocos años más que su hija, que tiene planes, que se siente agobiado por la vida que tiene, que ama a su hija, que sufre, que vive, como nosotros.
El relato se sostiene en la empatía del espectador, que a cada minuto ve en aquellos simples pero bien construidos personajes, varias similitudes con sí mismo; es decir, todos tenemos algún tipo de relación con nuestros padres, todos fuimos adolescentes, todos tenemos algún tipo de recuerdo de verano. La abrumadora simpleza de los hechos presentados abre la puerta para evocar nuestros propios recuerdos y así rellenar los espacios faltantes y hacernos partícipes de lo que se nos va mostrando a tal nivel que cuando la película ha concluido, no sentimos que hayamos visto una historia externa, sino que hemos revivido partes de nuestra propia experiencia.
La pareja protagónica es un acierto en su elección, la joven Frankie Corio que interpreta a Sophie es un lucero de inocencia y naturalidad que nos encandila en cada sonrisa y con cada una de las frases que pronuncia con un tono de voz que aparenta ser una persona mayor. Paul Mescal tiene la mirada de aquellos héroes trágicos, viriles y sensibles, casi como una escultura renacentista, su actuación es sólida y sutil, tanto que le valió una nominación a los Oscar como mejor actor, difícil que consiga la estatuilla en unos premios que favorecen el exceso y lo extra-actoral (como las duración de las sesiones de maquillaje o cuanto peso ganó o perdió alguien para interpretar un papel). Callum siempre está detrás de los hechos principales ya que se nos presenta principalmente el punto de vista de Sophie, una astuta decisión de la directora para distraernos del conflicto interno de Callum, del cual solo se nos presentan pequeños detalles a través del metraje, eso destaca aún más la actuación de Mescal, que sostiene sobre su emotiva performance, todo el peso dramático de la película.
El título hace referencia a aquel producto que se aplica después de haber estado todo el día en la playa o la piscina, aquel gel refrescante que disminuye los efectos de la exposición al sol. Durante la película padre e hija comparten los momentos más emotivos, y a la vez los más minúsculos, aplicándose mutuamente el aftersun.
La película está estructurada de tal forma que en la secuencia final es donde todos los elementos previamente desplegados en pantalla toman un sentido total y en donde la excelente dirección de Wells nos lanza a un mar de emociones. Para hablar de dicha secuencia me detendré un poco a hablar de Under pressure, canción grabada por Queen y David Bowie de 1982. Es una canción cuya línea de bajo conocemos muy bien, sampleada y plagiada con total descaro por muchos y que contiene letras sobre la presión a la que estamos sometidos en la vida diaria. Conozco y he cantado esta canción innumerables veces, me agrada mucho, sin embargo nunca me había provocado el caudal de emociones que se desbordó en mí al ver esta película, especialmente con el arreglo instrumental con que se presenta en Aftersun. En la secuencia final se entrelazan el acervo emocional del espectador, todo lo vivido en la película, la melodía, las imágenes y la letra de la canción en un clímax emotivo que es capaz de desarmar al más insensible espectador, hasta el mismo hecho que ambas voces, Bowie y Mercury, ya no están con nosotros, es un agregado relevante resultando en un ejercicio de intertextualidad a niveles que pocas veces hemos visto antes. Las voces tanto de personajes, a través de las imágenes, como de los cantantes se funden con el montaje y un arreglo de cuerdas que ensalza la emotividad de la canción de la secuencia final y de toda la película en general, en sin duda una de los mejores finales de película en muchos años; no es sorpresivo, no es impactante, de hecho se nos ha estado desenvolviendo ante nuestros ojos por cien minutos, pero en eso radica su fuerza, es un relato cocinado a fuego lento que nos lleva a saborear (créanme, se siente en la garganta) toda la experiencia cinematográfica. Cuando Sophie se despide de Callum al final de sus vacaciones podemos notar que tanto ellos como nosotros hemos cambiado.
En un tono más personal, agradezco haberme encontrado con esta película, en mis últimos años he desarrollado cierto desdén prejuicioso sobre el cine independiente, me parece que muchas veces cae en el manierismo de los planos excesivamente extensos y los encuadres inusuales, además de presentar historias irrelevantes sobre personajes insulsos, incluso cuando intenta mostrar los dramas más intensos. Aftersun sin duda rompió todos mis prejuicios, porque logró lo que cientos de otras películas no han podido hacer; involucrarme emocionalmente en ella.
Puede haber muchas interpretaciones sobre la historia, el final es ambiguo en hechos, pero eso es irrelevante, Aftersun es una película que utiliza todos los recursos posibles para completarse, incluso lo que trae el espectador en sus recuerdos, por lo que se interprete de lo visto y oído en la película es netamente personal y se queda contigo por mucho más tiempo que el que dura la proyección, eso es síntoma directo que se ha estado en presencia de un gran trabajo artístico.