Me gusta esta Queen manía, es mucho más agradable ir por la calle caminando y escuchar un “Bismillah!” que el viejo y conocido tucum tuc-tum de los cuatro millones de temas del reggaetón. Y cuando todo el mundo hace un ejercicio de nostalgia mirando la vida y obra de Farrokh Bulsara y decenas de miles de personas se saben su biografía, editada por supuesto, gracias a la exitosa película que, más encima, y contra todo pronóstico, está cosechando premios; pues a mí me inunda una avalancha de recuerdos musicales imborrables.
Mi primer vinilo: No, no el que me compré o regalaron hace poco cuando por fin volví a tener una tornamesa. Hablo de por ahí por 1981 cuando mi papá tenía una caja grande con LP´s y otra más chica con singles, marca con un lápiz pasta azul una estrellita en el papel anaranjado de Elektra en un single de 45 rpm aclarándome que ese es el lado de la canción que me gusta. Un vinilo que aún tengo en mi posesión y que sigue sonando como los dioses, aunque cuando la aguja está un poco gastada tiende a pegarse unos saltos casi llegando al final. Ese vinilo que saqué de un sobre en donde estuvo un par de décadas guardado y que fue el primero que coloqué en mi nueva tornamesa.
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Mi primer cassette: Pasó el tiempo y la tornamesa de la casa se estropeó irremediablemente y los cassettes se volvieron la norma, entonces un compañero de colegio me comenta que tiene los de Queen y se ofrece a copiarme uno. Con las chauchas que tenía me compro uno virgen de cinta de cromo, para mejor calidad y me copian el álbum “Jazz” pero por alguna razón, el lado A estaba en el B y vice-versa. Así que este fue el primer tema que escuché y aún lo ocupo de ringtone en mi teléfono.
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Mi primer cassette original: Era 1991 y ya tenía la lista del viejo pascuero hecha (metafóricamente) desde más o menos marzo de ese año, cuando salió Innuendo y cada uno de los singles que la radio colocaba o que salían en los programas musicales de la Tv me gustaban (oh si, jovencitos, la tele mostraba video clips en programas especializados). Llegó a mis manos un mes después de la muerte de Freddie Mercury y la primera vez que lo escuché completo no pude evitar sentir el espíritu de canto de cisne que todo el disco tenía. Una vez sufrió un accidente y el cassette se rompió, pero lo reparé sacrificando uno virgen mediante una riesgosa cirugía “a cinta abierta”.
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Como dicen por ahí, no soy de cartón (De hecho, el inquieto editor de este pasquín virtual de seguro ahora mismo está sacudiendo la cabeza recordando todas las veces en que le demostré con sólidos argumentos, por qué Queen es la mejor banda de la historia) y como dije al principio, me gusta esta nueva Queen manía. Pero hay algo que me incomoda.
Mi momento favorito de la película es cuando la banda se reúne con quien sería su manager y le tratan de explicar que es “Queen” y le dicen que son cuatro inadaptados que tocan música para los otros inadaptados, para esos que están al fondo de la sala sin sentirse completamente cómodos entre la gente. Esa frase me hizo recordar por qué me enganché con su música siendo tan niño, siempre sentí que no pertenecía al lugar donde estaba y el único lugar en donde de verdad me sentía cómodo, era con su música en mis oídos. Así que el hecho que estén tan de moda, me perturba un poco, me hace sentir que de alguna forma están usando mi lugar seguro, mi espacio de tranquilidad, aquel refugio en el que me sentí en paz y completo por mucho tiempo…pero para el fin equivocado.
Pero bueno, las modas pasan, así que cuando esta renovada afición se apacigüe un poco, me devuelven a mi reina por favor. La necesito.