Macbeth en el Cine

Estrenada en la última edición de Cannes (2015) con una posterior ovación de 10 minutos es como se presenta al mundo una nueva versión cinematográfica de “Macbeth” del director australiano Justin Kurzel y que posee en sus roles protagónicos a Michael Fassbender y Marion Cotillard, dos actores que han podido alternar su trabajo entre producciones megapresupuestarias y otras obras de carácter más independiente y autoral, dejando claro en ambas ligas su calidad interpretativa. Pero la llegada de esta película posee además la gracia de retornar esta obra teatral a la gran pantalla, pues a pesar de que los trabajos de Shakespeare son la base canónica de cualquier culebrón y de un sinfín de adaptaciones debido al caracter medularmente humano, podemos nombrar sólo algunas versiones que han trascendido inscribiéndose en la memoria cinéfila.

Por lo tanto comparto el ejercicio de revisar las versiones más relevantes de Macbeth para poder sitiar y relativizar la existencia de esta entrega que nos habla de un tema no menor en estos y otros tiempos: la sed de poder y su trágico sendero. Haciendo un rápido resumen para quienes no conocen la historia, trata sobre un noble caballero escocés que tras acabar de triunfar en una batalla, unas brujas le profetizan que llegará a ser Rey, esta idea se la comunica a su esposa, Lady Macbeth, quien comienza a convencer a su marido de apurar el proceso, ambos cometen entonces los asesinatos necesarios para poder cumplir la profecía de la llegada al trono, pero todo este camino está cargado de una inminente y sangrienta venganza.

Como muchas otras obras Shakespearianas (Checspirianas), Macbeth está presente desde los inicios en el Cine Mudo (la más antigua que tengo registro es de 1898), pero como toda tragedia, su alcance popular ha sido limitado, y sólo algunos trabajos, con la novedad de la forma sumado a notables interpretaciones, han logrado mantenerse estoicas frente al paso del tiempo.

Por otra parte, una historia tan universal como el escalamiento al poder por uso de malas artes ha sido presa de las más diversas adaptaciones, desde ciencia ficción hasta gansteriles, pasando por comedias, trabajos más autorales, boolywood y por supuesto del porno. Han existido además muchas versiones para la televisión  y algunas animadas. No es menor que algunas versiones audiovisuales de Macbeth hayan sido versionadas por directores como Andrzej Wajda, Glauber Rocha y Bela Tarr. Sin embargo, son hasta ahora 3 las películas que siguen siendo los referentes obligados (Orson Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski) y esta última versión, que gatilla esta revisión, se mantiene por debajo de estas, aunque bebe de todas, con buenas actuaciones, expresivos paisajes, sangre y humanidad.

 

1948 – “Macbeth” de Orson Welles

La primera versión de peso la realizó el prodigioso Orson Welles, quien se reconoce, y tampoco es difícil adivinar, un admirador del dramaturgo inglés. Parte de su éxito en el teatro es gracias a diversas adaptaciones de Shakespeare, destacando “Julio César”, luego en el cine son tres las obras que adapta e interpreta, “Macbeth“, “The tragedy of Othello: The moor of Venice” y “Campanadas a medianoche“, además de un trabajo para la TV sobre “El mercader de Venecia“.

Como suele suceder con la mayoría de los filmes de Welles, se generó con poco presupuesto (unos absurdos 75 mil dólares) y acabó con mala crítica, fue rodada en 23 días en los humildes estudios de Republic Pictures donde se hacían western y Cine B (también acá se realizó “The quiet man” de John Ford) y fue comparada en el año de su estreno con el éxito de la versión de Hamlet de Laurence Olivier; aunque también como suele suceder, la crítica con el tiempo fue considerando este filme como un notable trabajo con innovaciones interesantes en el campo de las adaptaciones. Welles privilegió el lenguaje cinematográfico por sobre la fidelidad de ciertas escenas, omitiendo y variando diálogos para darle intensidad visual, los dogmáticos no se lo perdonaron, pero el tiempo le dio la razón, actualmente es lo que se suele hacer.

Esta versión carga una herencia teatral tanto en los decorados como en las actuaciones, liderada con soltura por el mismo Welles que nos entrega una versión perversa de Macbeth que asusta por su evolución y el vértigo de sus dudas. Es una obra muy verbal, es la palabra la que lleva la historia y los primeros planos del protagonista en contrapicado más el juego de sombras complementan el tormento, confusión y debilidad humana frente a la ambición.

No es de las mejores obras del director norteamericano, pero es porque a este Welles lo comparamos con el Welles de “Sed de mal“, “El proceso“, “Othello“, “F for fake” y “El ciudadano Kane“. Tampoco es la mejor de las adaptaciones de Macbeth, las dos siguientes son más íntegras (y con un presupuesto más decente para el desafío), pero es un referente sobretodo por las escenas que involucra a las brujas y porque es el Macbeth más feliz con sus asesinatos y menos manipulado por su esposa.

 

 

1957 – “Kumonosu-jô” [Trono de sangre] de Akira Kurosawa

Uno de los clásicos del afamado director japonés es esta versión feudal samurai de la obra de Shakespeare. Con Toshiro Mifune interpretando a Taketoki Washizu que vendría siendo el Macbeth de esta historia. En blanco y negro y con una propuesta narrativa visual que sustituye a la palabra, Kurosawa toma distancia de la versión de Welles; de hecho opinaba que la versión anterior del autor de “El ciudadano Kane” era una obra pretenciosa estéticamente.

Además de la adaptación histórica donde la Escocia monárquica de Shakespeare pasa a ser un Japón feudal en Guerra Civil, hay algunas variaciones en la historia, siendo tal vez lo más interesante la famosa e increíble escena final donde el protagonista no muere por la mano de un “ningún hombre nacido de mujer”, sino que del pueblo que castiga la ambición de poder del Rey con un bello y descomunal ataque de flechas. Una adaptación más que interesante, pausada, con mucho de tragedia griega y con influencia del teatro Noh.

El director nipón posteriormente realizó su adaptación de El Rey Lear en su colorida y maravillosa “Ran” y hay algunos indicios de Hamlet en “Los malvados duermen bien” por lo que su relación con Shakespeare no es una puntualidad. Para algunos esta es de sus mejores películas, pero debido a una filmografía envidiable es difícil decidir, personalmente no está entre mis favoritas, a pesar de lo interesante que resulta, y la hallo por debajo de “Ran“, “Vivir“, “Dersu Uzala“, “El infierno del odio” y “Yojimbo“.

 

1971 – “The tragedy of Macebth” de Roman Polanski

Difícil es omitir datos biográficos del director polaco Roman Polanski a la hora de pensar sobre la violencia explícita de su versión de Macbeth, pues esta película fue concebida luego de la horrorosa muerte de su esposa, la atractiva actriz Sharon Tate, en manos de los seguidores de la secta “La Familia” liderada por el criminal Charlen Manson. Sharon Tate tenía ocho meses y medio de embarazo. Con su sangre escribieron la palabra “pig” en la entrada de la casa. Como verán, luego de esta tierna historia es difícil creer que esto no afectaría al cineasta en su visión trágica de la vida al filmar Macbeth, por cierto, una  de las obras más sangrientas de Shakespeare.

Ambientada en la época medieval, tal como el libro, este film se diferencia de los anteriores por la ya mencionada violencia explícita y además por su afán de realismo al retratar la época con sus castillos insalubres, posee además un gran combate final de espadas donde se siente el peso de los yelmos y armaduras en cada estocada. A la historia se agregan más escenas de muerte, incluso de niños y el personaje principal interpretado por Jon Finch, sin sobresalir cumple con dignidad su papel de hombre atormentado. Polanski hace suya la obra y deja la sensación de que el habitar el mundo es absurdo, desde la ambición descontrolada hasta el hastío del poder. La sangre aparecerá siempre para hacernos recordar lo corpóreo y frágiles que somos.

Una curiosidad digna de comentar es que esta es la primera película producida por Playboy, así que en lo créditos pueden ver a Hugh Hefner

Es mi versión favorita de Macbeth, aunque no mi favorita de Polanski.

 

 

Seguramente el tiempo traerá más versiones, pero es esta del 2015 la que, para bien o para mal,  será conectada a las primeras décadas del siglo XXI por ser una producción respetable que actualiza narrativa y estéticamente la famosa historia del siniestro escalamiento del rey escocés, aunque no tenga la originalidad necesaria como para crear un referente.