“Policrítica en la hora de los chacales” de Julio Cortázar

Intruseando entre libros usados adquirí un libro que no tenía idea que existía: “Policrítica en la hora de los chacales” de Julio Cortázar. Casi imperceptible entre dos libros gordos de Borges este pequeño libro cuadrado de 55 páginas fue hallado por mi curioso dedo y en un hojeado rápido me convencí de lo valioso del acertado descubrimiento.


Ya al revisarlo con más detalle, descubrí que era de una editorial de Concepción llamada “lar” (Ediciones literatura americana reunida) y que en realidad en el libro cohabitaban 2 textos, el “Policrítica…” ya señalado y un ensayo de Volodia Teitelboim llamado simplemente “Cortázar”.

El escrito de Cortázar es en realidad una especie de carta respuesta aparecida en en el nro. 67 de la Revista Casa de las Américas el año 1971 en La Habana debido a constantes ataques de la prensa hacia su persona. Y aunque está ligado a situaciones de la contingencia de aquella época, desprende rabia y humanidad logrando un discurso que trasciende la Historia. Llevó además en aquellos convulsionados años a todo un debate sobre el deber del intelectual en el mundo real, un deber que Cortázar se exige alimentado de la impotencia y conociendo sus limitantes.

El extraño título del libro puede explicarse en la primera página, un ejercicio de juego de palabras al que ya nos tiene acostumbradoc el Gran Cronopio.

Explicación del título: hablando de los complejos problemas cubanos, una amiga francesa mezcló los términos crítica y política, inventando la palabra policritique. Al escucharla pensé (también en francés) que entre poli y tique se situaba la sílaba cri, es decir grito. Grito político, crítica política en la que el grito está ahí como un pulmón que respira; así he entendido siempre, así la seguiré sintiendo y diciendo. Hoy hay que gritar una política crítica, hay que criticar gritando cada vez que se lo cree justo: sólo así podremos acabar un día con los chacales y las hienas.

Para quien quiera leer esta verdadera declaración de principios puede hallarlo íntegro en Internet, por ejemplo aquí

La segunda parte de este libro, realizado por Teitelboim (de quien nunca he leído nada salvo los poemas de su famosa antología con Anguita y la biografía sobre Vicente Huidobro), me sorprendió de muy buena manera; al parecer fue escrito luego de la muerte de Cortázar en 1984, repasa sus impresiones y momentos en los cuales le tocó encontrarse con él. Me conmovió innumerables veces y me mostró una faceta del argentino que hasta ahora se me hacía invisible: su compromiso con causas políticas y sociales. No sabía por ejemplo que los derechos de autor de sus últimos libros “Los autonautas de la Cosmopista” y “Nicaragua tan violentamente dulce” fueron a parar al pueblo sandinista allá en Nicaragua, ni menos que el dinero del premio Medicis por “El libro de Manuel” lo entregó a la lucha del pueblo chileno contra la dictadura Pinochetista.

Hay un extracto muy bello ocurrido cuando Salvador Allende toma el poder y Cortázar es invitado a ese extraño Chile de 1970. Al parecer lo que más le interesaba era ver a la gente, las poblaciones; visitó en ese entonces la Población Pablo Neruda donde Don Julio quedó mudo y admirando toda aquella esperanza asentada en la miseria, la improvisación y la poesía. El nombre de las calles eran libros de Neruda, calle Crepusculario, Calle Canto General, etc. “la poesía como un aliado real del pueblo”. La imagen de aquella población nunca la olvidó, sobretodo luego del Golpe Militar al saber que habían cambiado el nombre de la población y por supuesto de las calles.

Lamentablemente este bello relato no se encuentra en Internet, pero les dejo dos pequeñas citas de Cortázar que resumen las preocupaciones del escritor y que da para reflexionar, sobretodo cuando hoy en día notamos que la cultura es algo que nos tratan de arrebatar sutilmente con imposiciones de mercado, alejando a la población de la belleza.

“La función del intelectual no puede decidir por sí misma el destino de nuestros pueblos, pero cumplen un trabajo de avanzada que ilumina los caminos a seguir tanto desde el punto de vista de los políticos progresistas como de los que absorben ese trabajo en forma de ensayos, novelas, poemas, teatro, cine, televisión y obras musicales y plásticas de las más variada naturaleza.”

“Nosotros, los escritores unidos a la causa de los pueblos que, como en Chile, sufren opresión e injusticia, vivimos un fin de siglo particularmente difícil, pero la dificultad es la convicción sine qua non de toda literatura verdaderamente avanzada, verdaderamente progresista, y por eso nuestras dificultades no se resuelven en negatividad; muy al contrario, constituyen una pasión, un motivo más para escribir.”

Un pequeño gran libro.

 

Artículo aparecido originalmente en El Pájaro Verde


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